21.2.08

Después de oír la señal

Al principio los mensajes que dejaba en el contestador de Lucas eran bastante parecidos a cualquier mensaje que cualquier persona pueda dejar en un contestador: llámame cuando escuches este mensaje. O: responde, sé que estás ahí, vamos, responde. Conforme pasaba el tiempo, los simples recados se iban llenando de contenido: perdóname, es todo lo que tengo que decirte, perdóname, arreglémoslo todo, quiero que las cosas vuelvan a ser como antes. Poco a poco, día tras día, Julia empezó a llenar la memoria del contestador con las cosas que nunca le dijo a Lucas. Siempre los mismos sonidos: tres tonos y este es el contestador de Lucas Hall, deje su mensaje después de oír la señal. Luego la señal. Y entonces, el torrente. Unas veces sólo agua de discurrir suave y esperanzado. Otras, cargada de piedra y ramas, con la violencia de la crecida del río.

Las conversaciones diarias con el contestador de Lucas se convirtieron en el centro del universo de Julia, que tenía las mejillas coloradas y la sonrisa en la boca. Tú estás enamorada, le dijo una amiga a la que se encontró por la calle, y a la que hacía tiempo que no veía. ¿Sigues con Lucas? Julia sonrió, dejó creer, besó a su amiga, siguió su camino.

El teléfono sonó al llegar a casa.

-¿Julia?

-¿Sí?

-Oye, soy Lucas.

-Ah, hola.

-Mira, he estado fuera, y al llegar he escuchado todos los mensajes que me has dejado, y ...- Lucas estuvo hablando un buen rato, como si contestara uno por uno los mensajes que Julia le había ido dejando desde hacía meses.

Perdona, Lucas, interrumpió Julia. Perdona. Pensó como explicarlo. Cómo explicar que hacía ya tiempo que los mensajes habían dejado de estar destinados a Lucas. A ese Lucas. Hacía tiempo que hablaba con otro Lucas. Que su vida giraba en torno a un fantasma con el que Lucas no tenía nada que ver. Que todo aquello que Julia había dicho durante los últimos meses, cada día, al contestador de Lucas, no iba dirigido a él sino a otra persona que no existía más que en la imaginación y el deseo de Julia. Y que ella no había sabido todo esto hasta que había oído la voz vulgar del vulgar Lucas al otro lado del teléfono.

Perdona, Lucas. Perdona.

Julia colgó.

4 comentarios:

EL CHICO GRIS dijo...

Una historia cojonuda.

rfm dijo...

gracias, chico gris. y que sepas que yo también tengo pendiente, antes de que mi cabeza críe flores, escribir una historia de más de 20 páginas.

sergisonic dijo...

...colgó.
piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

buf, el eco del bip de tu relato sigue sonando aquí dentro, en mi cabeza. bendita imaginación. o maldita.

un abrazo sónico

rfm dijo...

hum, ojalá fuera un poquito más bendita. y más maldita...

gracias, sergi.

 
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