24.9.08

Sobre plátanos (o las distintas maneras de ser padre)

Para mí, la señal inequívoca fue que mi padre, a través de una serie de intermediarios, consiguió un plátano del norte de África, algo insólito. Ninguno de nosotros había visto un plátano desde el principio de la guerra, de modo que mi padre lo dividió, de manera sacramental, en siete partes: una para él, otra para mi madre, otra para la tía Birdie y una para cada uno de los hermanos. El diminuto fragmento fue depositado, como una hostia, sobre la lengua, para así saborearlo lentamente mientras se tragaba.
El tío Tungsteno, Oliver Sacks.

Para definir a su padre, Auberon Waugh suele contar el traumático episodio de los plátanos. Se trata de dos plátanos que Evelyn Waugh consiguió en alguna parte -era el Londres de la posguerra y el racionamiento- y llevó a casa. Ninguno de los críos había visto jamás un fruto tan exótico. A la hora del postre, Waugh padre les quitó con cuidado la piel y los depositó sobre un plato, que hizo circular alrededor de la mesa. Luego pronunción en tono solemne una frase: "Me han dicho que se comen con azúcar". Los niños Waugh salivaban frenéticamente. El padre espolvoreó azúcar sobre los plátanos, empuñó cuchillo y tenedor y los engulló sin más comentarios.


Historias de Londres, Enric González

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