23.1.08

Pornografía

La anécdota de esa época [la adolescencia] es que, como todo joven, tenía mi propio escondite; pero no era el habitual de debajo del colchón, lugar donde todas las madres miran, sino el hueco del pedestal del lavabo, donde las tenía más a mano. La sorpresa es que fueron apareciendo otras revistas que no había comprado, de otros miembros de la familia. Se convirtió en un intercambio de material que nunca comentamos.

Xavier Pujols, sexólogo, habla de lo que fue la pornografía en su adolescencia, en una carta a EPS. Supongo que es el mismo silencio familar del que hablaba Palahniuk en Tripas, del libro Fantasmas (Haunted):

En casa, talla la zanahoria hasta convertirla en una contundente herramienta. La unta con grasa y se la mete en el culo. Entonces, nada. Ningún orgasmo. Nada pasa, salvo que duele.

Entonces la madre del chico grita que es hora de la cena. Le dice que baje inmediatamente.

El se saca la zanahoria y entierra esa cosa resbaladiza y mugrienta entre la ropa sucia debajo de su cama.

Después de la cena va a buscar la zanahoria, pero ya no está allí. Mientras cenaba, su madre había recogido la ropa sucia para lavarla. No había modo de que no se hubiera encontrado la zanahoria, cuidadosamente tallada con un cuchillo de su cocina, todavía brillante de lubricante y apestosa.

Mi amigo espera meses bajo una nube oscura, esperando que sus padres lo confronten. Y nunca lo hacen. Nunca. Incluso ahora, que ha crecido, esa zanahoria invisible cuelga sobre cada cena de Navidad, cada fiesta de cumpleaños. Cada búsqueda de huevos de Pascua con sus hijos, los nietos de sus padres, esa zanahoria fantasma se cierne sobre ellos. Ese algo demasiado espantoso para ser nombrado.


Desde luego, hay un abismo entre la simpática anécdota de Pujols y el crudo relato de Palahniuk. Relato, por cierto, y llámenme lo que quieran, que me hizo encontrarme incómodo durante unos días.

Quedan avisados.

No hay comentarios:

 
Blogger Template by Blogcrowds