11.5.05

Sobre Morgenstern


La imposible realidad
(Die unmögliche Tatsache)

Palmström, ya entrado en años,
Llega a un cruce concurrido
Y es atropellado
Por un automóvil.

“¿Cómo (se dice,
alzándose y decidido a seguir viviendo),
“es posible tan mala suerte,
incluso que algo así haya sucedido?”

¿No es la Administración responsable
De la regulación del tráfico?
¿Acaso las normas legales
dan aquí absoluta libertad al conductor?

¿O más bien está prohibido
convertir vivos en muertos?
Simple y llanamente:
¿No soy el único posible cochero aquí?


Envuelto en vendas húmedas,
Examina libros de leyes,
Y pronto ve todo claro:
¡En ese lugar estaba prohibido el tráfico!

Y llega a la conclusión
De que su experiencia ha sido un sueño.
Ya que, razona acertadamente,
Lo que no debe ser, no puede tener lugar



No debemos fiarnos nunca de la certidumbre, de lo que tenemos por seguro e inalterable. Hay que recordar a Christian Morgenstern, “extraño poeta bávaro”, en palabras de Primo Levi, y a Palmström, el protagonista de su poema Die Unmögliche Tatsache (La imposible realidad). Palmström, alemán respetuoso del orden establecido, ciudadano ejemplar, es atropellado por un coche mientras camina por una calle en la cual el tránsito de coches está prohibido. Aturdido, dolorido, se levanta tras el incidente, y piensa: en esta calle no pueden circular coches, luego no circulan coches, luego no me han podido atropellar, luego no me han atropellado.

Aunque la metáfora parezca un recurso exagerado, el comportamiento de Palmström es una reacción bastante común; Morgenstern lo expresa así: nicht sein kann, was nicht sein darf; es decir, no puede ser lo que no está permitido, no es imaginable que algo prohibido forme parte de la realidad, que algo que nuestra moral rechaza pueda suceder.

Si alguien cuenta algo que implica que se dio una situación que consideramos aberrante en términos morales seguro que optamos por no creerla. Le sucede a mi abuela, persona conservadora de fuertes creencias religiosas: no puede creerse que la alcaldesa de mi ciudad, perteneciente al partido que ella vota (conservador, claro), sea homosexual y alcohólica.

Yo mismo no puedo creer, cuando materialmente es posible, que exista la tortura sistemática en las comisarías con cierto tipo de detenidos. Y no puedo creerlo porque me parece que no puede ser, y creo que no puede ser simplemente porque no debería ser.

Primo Levi interpreta la metáfora de Palmström aplicándola a su propia experiencia: ¿por qué el pueblo alemán no reaccionó ante las barbaridades de los nazis? ¿por qué hizo como si no viera lo que se perpetraba delante de sus narices? La respuesta no hay que encontrarla en la maldad de los alemanes, y sólo en parte en su miedo. Es posible que no vieran qué es lo que estaba sucediendo. Tal vez porque no quisieran, pero también hay que comprender que tal vez esta voluntad de no ver era inconsciente: simplemente nicht sein kann, was nicht sein darf.

Se trataba de una anteposición de lo que debe ser a lo que es, no como forma de actuar sino como forma de analizar la realidad: una curiosa manifestación de la racionalidad del hombre.


Gracias a Cide por su ayuda en la traducción.

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