18.5.05

Era desesperante

Era desastroso, desesperante. Rompió el despertador al intentar apagarlo, cayó al suelo cuando salía de la cama, resbaló en la ducha, se desangró afeitándose, se enredó con los pantalones mientras se vestía, y se derrumbó hasta tres veces; durante el desayuno tuvo que cambiarse de camisa en dos ocasiones (primero, el café con leche; luego, la mermelada de frutas de bosque). Salió de casa después de golpear violenta aunque involuntariamente mi pómulo con su frente al intentar darme un beso. Respiré aliviada y me puse a prepararlo todo.

Al cabo de un rato oí voces en la escalera, y una ambulancia llegando al portal (o la policía, no distingo el sonido de la sirena). Salí al rellano y no me sorprendí cuando mi vecina salió del ascensor, se me acercó llorando y me dio el pésame mientras me abrazaba. Parece que él había tropezado con el escalón del portal y se había dado con algo en la cabeza al caer, tampoco presté mucha atención.

Tal vez sea mejor así: no creo que él hubiera soportado volver a casa esta noche y no encontrarme aquí nunca más. Lo quería, pero era desesperante.

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