3.6.08

Niebla

Es cierto que durante los primeros, digamos, veinte minutos de la película, La niebla (The mist, 2007) puede parecer uno de esos bodrios que hacen a uno pensar que podría haberse gastado los siete euros de la entrada del cine en algo mejor. Qué sé yo, una de esas reproducciones del toro de Wall Street que venden en los chinos.

Sin embargo, poco a poco la película va atrapando, y la curiosidad por el desenlace va aumentando. Al contrario que en el tipo de películas al que me refería en el párrafo anterior, uno no tiene la sensación de estar asistiendo a un festival de efectos especiales -bastante poco conseguidos, en algún caso- y que desembocarán en un final cantado, sino que realmente el film va creciendo en interés. Alguna cosa sobra: es interesante la lucha entre superstición y razón que se da en un momento dado, pero tal vez sea un tanto maniquea, un tanto exagerada, sobre todo partiendo de la base inicial, que es que todo el mundo considera una loca de atar al principio del film a la fundamentalista que acaba convirtiendo a las masas en unas veinticuatro horas; tal vez no era necesario hacer hablar a un señor que está absolutamente vacío por dentro; y la primera criatura que aparece es bastante indecente.


Pero lo cierto es que las dos horas de película dan para mucho más: la reflexión sobre el fin de la esperanza, la expresión de la pérdida de todo referente vital, la tendencia humana a la superstición más absurda cuando las cosas se ponen feas de verdad, la incertidumbre ante lo que parece una muerte segura pero-qué-pasará-si-espero-un-poco... El origen del mal, en este caso, es tan difuso e increíble como el de los monstruitos que aparecían en cualquier producción pulp de los cincuenta, pero lo cierto es que no desentona la explicación en un film que recoge muy honrosamente el espíritu de la serie B de la época.

Y todo esto aderezado por la aparición de la criatura lovecraftiana más conseguida y más espectacular que jamás ha aparecido en una pantalla de cine. Sólo he encontrado una referencia gráfica de la imagen (que además no recoge el momento en todo su esplendor), y como no quiero destriparla aquí, dejo sólo este enlace (que saqué de aquí) para los curiosos.

Actualización: poco después de publicar lo que acaban de leer, leo esta crítica del Dr. Absence en su blog que, poco más o menos dice lo mismo que yo. Bueno, un poco más. Y mejor.

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